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Publicado: 30/8/2013

Prevención de los trastornos musculoesqueléticos (TME)

Educación y eficiencia gestual preventiva (Método Feldenkrais®): recurso y aplicación a posturas básicas en el trabajo.

“El dolor proviene de la manera en cómo efectuamos nuestros movimientos y no de la configuración anatómica que resulta de los movimientos mismos.
Para mejorar nuestros movimientos y posturas tenemos que perfeccionar nuestra manera de hacer las cosas”. M. Feldenkrais, 1980.

En muchas empresas existen trabajadores que sufren dolores y patologías a nivel musculoesquelético, tensiones y estrés producidos por movimientos repetitivos, sedentarismo, posiciones y movimientos incorrectos.
Los hábitos, el ritmo acelerado de trabajo que impone la sociedad actual y el entorno exigente, nos impiden ser conscientes de los gestos que hacemos y de cómo nos movemos y nos conducen a adoptar posturas incorrectas que, a la larga, producen dolor y tensiones.

Debido a estas posturas incorrectas, es necesario realizar una educación postural para evitar dolor de espalda, lumbagos, tendinitis, molestias cervicales y para generar más calidad de vida en la empresa.
En general, las personas afectadas por los trastornos musculoesqueléticos (TME) no comprenden lo que les ocurre y no saben cómo encontrar los recursos para superar sus propias limitaciones a la hora de hacer un gesto adecuado o adoptar una postura eficiente. Para hacer un mejor uso de sí mismo, hay que comprender cómo se funciona a nivel corporal.

La educación y la eficiencia gestual preventiva, basada en los trabajos del Doctor Feldenkrais, es un proceso de aprendizaje, orientado hacia el desarrollo del potencial físico y de la funcionalidad del movimiento. Actúa sobre las posturas ineficientes y los hábitos defectuosos. Se centra en la capacidad del sistema nervioso, para adoptar las mejores opciones estratégicas a la hora de moverse.

El objetivo de este enfoque, en un plano operativo, es permitir al trabajador tener otra visión sobre sus dolencias musculoesqueléticas, desarrollar nuevas perspectivas sobre su manera de moverse, ser actor de su propia mejoría, tomar conciencia de los hábitos que interfieren en su gesto profesional para, finalmente, adoptar nuevos comportamientos gestuales.

Mediante un enfoque basado en la atención al cuerpo en acción, se aportan las herramientas y los recursos para la autogestión, el cambio de hábitos y la mejora del gesto profesional.

El aprendizaje debe centrarse en el funcionamiento y en el comportamiento de las personas en relación con el entorno
en el que se mueven, viven y trabajan y con la manera de organizar su movimiento para ser funcionales en dicho entorno, tanto a nivel profesional como personal.

Para tratar los TME no sólo se considera el origen biomecánico sino también el contexto psicológico y social de la persona.


El sistema nervioso en la elaboración gestual: ¿podemos cambiar los hábitos adquiridos?

Nuestros hábitos se construyen a partir de patrones de movimiento adquiridos a lo largo de nuestra historia personal.
Estos patrones de movimiento modelan nuestra imagen personal y los hábitos que provocan influyen en la eficiencia o ineficiencia de nuestras acciones.

Una postura o mecanismo reflejo incorrecto, repetido de forma habitual (sentados, de pie, al andar o al trabajar), provoca un conflicto en el sistema nervioso. Este conflicto provoca, a su vez, cansancio, estrés y tensiones e impide al individuo moverse con eficacia.

El objetivo es permitir tomar conciencia de los mecanismos que impiden hacer un buen gesto a nivel músculo articular, modificándolos. Para ello no basta con adoptar una imagen de lo que es un buen gesto, copiando un modelo exterior. Es importante que la persona aprenda a estar atenta al gesto adecuado, a partir de sus propias sensaciones sin copiar un modelo o a otras personas.

Se trata de mejorar la propia funcionalidad, explorando la preparación subyacente al gesto antes de efectuarlo.
Identificando los mecanismos reflejos que obstaculizan la capacidad de hacer un buen movimiento y por una reorganización de las funciones sensorio-motrices del sistema nervioso; la persona puede influir en sus hábitos y variarlos, adoptando los movimientos que mejor le convienen para efectuar sus tareas laborales.

Ello requiere un aprendizaje que le permita comprender cómo funciona el sistema nervioso a nivel motor.

El propósito de las secuencias gestuales es concienciar a la persona de los movimientos de su cuerpo y permitirle mejorar el propio funcionamiento. La atención específica al gesto que se está efectuando permite tomar conciencia de las condiciones y particularidades del gesto ejecutado. Reconociendo el hábito, se modifica, encontrando nuevas formas de efectuar las tareas, más eficientes y menos costosas para el bienestar y la salud. Se enseña a los participantes a desarrollar los recursos necesarios para gestionar el movimiento, el esfuerzo, la fatiga y el hábito adquirido.

A la vez, concienciar a la persona de su propio bienestar gestual favorece transferir las competencias aprendidas en el lugar de trabajo, aportando a los participantes un aprendizaje gestual más vivencial, integrado y responsable.

Construir recursos para la prevención de los TME Si consideramos la salud como la facultad de movilizar nuestros recursos, podemos reducir el dolor desarrollando nuestras habilidades corporales. Si desarrollamos nuestras competencias sobre la gestión de nuestros movimientos, podemos cambiar nuestros hábitos.

Como decía el Doctor M. Feldenkrais «un buen uso de sí mismo permite un buen ejercicio de sus facultades». (1)
La educación y la eficiencia gestual preventiva pueden aportar una piedra al edificio de la prevención de los TME, ofreciendo nuevos recursos a la empresa.

Su práctica permite: adquirir vitalidad, incrementar la capacidad de recuperación, ser más conscientes del hábito adquirido, desarrollar las habilidades gestuales, autogestionarse, sensibilizarse al cuidado del cuerpo, adaptarse mejor al estrés, prevenir los TME (en complemento con otros métodos como la ergonomía), y descubrir por sus propios medios
los movimientos que mejor convienen a cada uno para que efectúe los gestos necesarios a su actividad profesional.


Conclusión


La contribución de la educación y la eficiencia gestual preventiva al desarrollo del bienestar de los colaboradores de la empresa impacta en la eficacia del gesto, la prevención de las enfermedades músculo-articulares, el potencial físico, la creatividad y la autonomía.

Un nuevo enfoque responsable sobre el conocimiento del cuerpo, más allá del dolor y de los gestos repetitivos, es un factor complementario que enriquece la prevención de los TME.
Esta metodología permite la aparición de nuevos recursos para la gestión personal y profesional y la implicación de la persona a través de su propia corporeidad, aportando más capacidad de autogestión, aliviando tensiones y estrés y reencontrando equilibrio y vitalidad.

Protección solar para actividades al aire libre

Las personas que trabajan al aire libre están expuestas a distintos riesgos dependiendo del tipo de trabajo que realicen, de la estación del año, de la región geográfica y del tiempo que tengan que permanecer en el exterior.

Las actividades que con mayor frecuencia se realizan en un lugar exterior son las relacionadas con la agricultura, silvicultura, pesca, minería, construcción, transporte, almacenaje, servicios públicos, etc.
Según la VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, el total de trabajadores que realizan su trabajo en un lugar exterior es del 15,3%, siendo los trabajadores del sector agrario los que con mayor frecuencia desarrollan su trabajo habitual en un sitio exterior (78,1%).

La luz solar es esencial para la salud pero la exposición descontrolada a los rayos del sol al realizar actividades al aire libre puede tener efectos adversos sobre la salud humana, causando la aparición de quemaduras, cánceres cutáneos
(melanoma entre otros), cataratas, fotoenvejecimiento e inmunosupresión. Estos efectos están causados por la radiación ultravioleta.

Hay que tener en cuenta que los efectos de los rayos del sol serán más o menos graves dependiendo del ángulo de incidencia del sol, las características personales del trabajador (el tipo de piel y las posibles interacciones con algunos medicamentos), los movimientos de la persona, la intensidad de la radiación, la presencia de elementos reflectantes, si el trabajo se realiza de forma combinada entre el exterior y el interior, etc.


Riesgos a los que los trabajadores están expuestos

  • Sarpullido: Es el problema más común en los entornos de trabajo calurosos. Lo causa el sudor y son un conjunto de granitos enrojecidos o ampollas pequeñas.
    Suele aparecer en el cuello, la parte superior del pecho, las ingles, debajo de los senos y en los pliegues de los
    codos. El mejor tratamiento es buscar un lugar de trabajo fresco y poco húmedo. El área del sarpullido debe
    mantenerse seca, se puede aplicar polvo para aliviar el malestar y no se deben aplicar ungüentos ni cremas,
    ya que lo puede empeorar.
  • Quemaduras: Las quemaduras solares no se notan al momento. Por lo general, los síntomas comienzan a verse unas cuatro horas después de la exposición al sol, empeoran entre las 24 y 36 horas y desaparecen entre 3 y 5 días después. Los síntomas son: piel enrojecida, inflamada y sensible, ampollas en la piel, dolor de cabeza, fiebre, náuseas y fatiga, ojos rojos y secos.
  • Daños en los ojos. Una exposición intensa o prolongada de los ojos al sol puede causar reacciones inflamatorias de la córnea y la conjuntiva, causando un dolor intenso, lagrimeo y sensación de tener arena en los ojos, que desaparece pasados unos días. También puede producir cataratas.
  • Cáncer en la piel, que diagnosticado en las etapas más tempranas, es curable en la gran mayoría.
  • Golpe de calor. Es el efecto de la exposición a situaciones de calor intenso, que se caracteriza por una elevación incontrolada de la temperatura corporal. (Ver ERGA Noticias nº 89, pág. 4).


Medidas preventivas

  • Formar a los trabajadores sobre los peligros de la exposición al sol, los síntomas de las enfermedades relacionadas con el calor y la manera de evitarlos.
  • Utilizar cremas protectoras solares generosamente cada dos horas, por lo menos 20 minutos antes de exponerse al sol. La eficacia de las mismas depende de factores como el viento, la humedad, la transpiración, la aplicación adecuada de la protección y el tipo y carga de trabajo. No hay que olvidar proteger las orejas, el cuero cabelludo, los labios, la nuca, el cuello, los pies y las palmas de las manos. Las cremas protectoras deben tener un alto factor de protección solar (mínimo de 15), deben ser de fácil aplicación y resistentes a la sudoración.
  • Disponer de suficiente agua no demasiado fría en lugares estratégicos y visibles cercanos al área de trabajo y beber cantidades pequeñas de agua frecuentemente para mantener una buena hidratación.
    En condiciones de calor moderado, los trabajadores deben beber alrededor de un vaso cada 15 a 20 m.
  • Se deben ingerir comidas normales (sobre todo, frutas y verduras frescas) y refrigerios con suficiente sal para reemplazar la sal perdida por el sudor.
  • Reducir las demandas físicas del trabajo. Si no se puede evitar el trabajo pesado, cambiar los ciclos de trabajo/descanso para aumentar la cantidad del tiempo de descanso.
  • Fijar períodos de descanso frecuentes para tomar agua en áreas de sombra o de recuperación con aire acondicionado.
  • Usar ropa de algodón, a ser posible, de tejido cerrado y manga larga; pantalón largo; gorra o sombrero con ala ancha con un tamaño no menor a 8 o 10 centímetros, que adicionalmente pueden incorporar elementos de protección para la parte posterior del cuello; gafas de sol con protección contra los rayos UV y protección a los lados.
  • A los trabajadores que se incorporen o a los que han estado ausentes más de una semana, hay que aumentar la carga de trabajo gradualmente o permitirles tomar descansos más frecuentes durante la primera semana. La aclimatación se consigue en un período breve pero se pierde también con rapidez.
  • Hacer un seguimiento de los informes diarios sobre el tiempo, y procurar realizar las tareas de más esfuerzo en los momentos más frescos del día. Entre las 10 y las 16 horas la intensidad de la irradiación es mayor.
  • Aliviar las quemaduras con baños refrescantes o con paños humedecidos con agua fría.
  • En caso de quemaduras, evitar la exposición al sol hasta que la quemadura haya desaparecido.
  • En caso de ampollas en la piel, no romperlas, ya que aumenta el riesgo de infección y cubrir o vendar el área con una gasa para prevenir infecciones.
  • Hacer descansos en áreas con sombra.
  • Acudir al médico en caso de quemaduras graves, deshidratación, fiebre alta, dolor extremo que dure más de 48 horas y aparición de nuevos lunares, manchas o verrugas.
  • Utilizar, dependiendo de los medios con los que se cuente y las posibilidades, elementos naturales o artificiales para producir sombra.
  • Poner en marcha planes de actuación para reducir la exposición solar durante los meses de más calor (incorporación de sombras, ropa de trabajo, formación e información, etc.), complementándolo con una correcta observación de las características individuales del trabajador.
Salud en el Trabajo

Bibliografía:

  • National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH):
    Trabajo al aire libre. Protección de los trabajadores contra las enfermedades por calor. Protéjase de la exposición al sol.
  • Sol en el trabajo, un peligro olvidado. B. Diego, D. Guimaraens y Mª José Rupérez. INSHT


Legislación

  • Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales. (BOE 10.11.1995) y sus posteriores modificaciones.
  • Real Decreto 39/1997, de 17 de enero. Reglamento de los Servicios de Prevención. (BOE 31.1.1997) y sus posteriores modificaciones. (Anexo VII, e).
  • Real Decreto 486/1997, de 14 de abril. Disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. (BOE 23.4.1997). (Anexo III, 3.c. Anexo V.A).

Por: Susana Ramón
Fuente: www.insht.es

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