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Enciclopedia de la Salud y Seguridad en el Trabajo. 07 - Principales sectores
Fecha de Publicación: 14/10/2008 |
Jeffrey Hinksman
El término industria de la construcción se usa en todo el mundo para
englobar un colectivo de empresas con prácticas muy diferentes,
que se reúnen por un tiempo limitado en el lugar en que se ha de
ejecutar una obra de edificación o de ingeniería civil. La escala
de trabajos abarca desde un trabajador único que ejecuta un
trabajo que dura sólo unos minutos (p. ej., reparar una teja, con
un equipo consistente en martillo y clavos y, tal vez, una escalera)
hasta vastos proyectos de edificación o de ingeniería civil que
duran varios años y que implican a cientos de contratistas diferentes,
cada uno de ellos con su propia cualificación, su maquinaria
y su equipo. Sin embargo, a pesar de la enorme variedad de
escalas y de la complejidad de los trabajos, los sectores principales
de la industria de la construcción tienen mucho en común.
Siempre hay un cliente (denominado a veces la propiedad) y un
contratista; —excepto en los trabajos de muy poca importancia,
siempre habrá un proyectista, un arquitecto o un ingeniero— y, si
el proyecto requiere una gama de especialidades, se requerirán
inevitablemente contratistas adicionales que actuarán como
subcontratistas del contratista principal (véase también el Apartado “Factores organizativos que afectan a la salud y seguridad”
en este Capítulo). Mientras que edificios agrícolas o residenciales
pequeños pueden construirse sobre la base de un acuerdo
informal entre el cliente y el constructor, la gran mayoría de
trabajos de construcción y obras civiles se ejecutan amparados
por las cláusulas de un contrato formal entre el cliente y el
contratista. Este contrato expone los detalles de la estructura o de
otros trabajos que el contratista ha de ejecutar, el plazo de construcción
y el precio. Los contratos pueden contener muchos otros detalles aparte de la descripción del trabajo, el plazo y el precio,
pero estos tres son los esenciales.
Los proyectos de construcción se dividen en dos grandes categorías:
edificación y obras civiles. El término edificación se aplica a
los proyectos de casas, oficinas, tiendas, fábricas, escuelas, hospitales,
centrales eléctricas y estaciones de ferrocarril, iglesias, etc.,
es decir, todos los tipos de estructuras que en el lenguaje común
se denominan “edificios”. El término obras civiles se aplica al
resto de estructuras construidas en nuestro entorno, incluyendo
carreteras, túneles, puentes, vías férreas, presas, canales y
muelles. Hay estructuras que parecen pertenecer a ambas categorías; un aeropuerto implica la construcción de grandes edificios,
así como la obra civil necesaria para la creación del aeropuerto propiamente dicho; un muelle conlleva la construcción
de edificios de almacén además de la excavación de la
dársena y de la elevación de sus muros.
Cualquiera que sea el tipo de estructura, tanto la edificación
como las obras civiles implican ciertos procesos, como la construcción
o montaje de la estructura, su puesta en funcionamiento,
conservación, reparaciones, reformas y, por último, su
demolición. Este ciclo de operaciones se repite una y otra vez,
independientemente del tipo de estructura.
Pequeños contratistas y autónomos
Aunque existen variaciones de un país a otro, la construcción es
típicamente una industria de pequeñas empresas. Entre un 70 y
un 80 % de los contratistas tienen menos de 20 trabajadores
propios. Ello es debido a que muchos contratistas empiezan como
industriales individuales en trabajos pequeños, probablemente
residenciales. A medida que su negocio se amplía, estos industriales
empiezan a dar trabajo a un número reducido de trabajadores.
La carga de trabajo en construcción es raramente
predecible o constante, pues unos trabajos terminan y otros
empiezan sin coincidir en el tiempo. Existe la necesidad en la
industria de poder desplazar a grupos de trabajadores con ciertas
especialidades de obra en obra según lo requiera el trabajo. Los
pequeños contratistas cumplen este cometido.
Junto a los pequeños contratistas se mueve una multitud de
trabajadores autónomos. Al igual que la agricultura, la construcción
tiene un porcentaje muy alto de trabajadores por cuenta
propia. Estos también suelen ser industriales, como carpinteros,
pintores, electricistas, fontaneros y albañiles. Pueden encontrar
un puesto en pequeñas obras residenciales o formar parte de la
mano de obra en proyectos de más envergadura. Durante el
período de gran auge de la construcción de finales del decenio
de 1980, hubo un aumento de trabajadores que alegaban ser
autónomos. Ello fue debido en parte a los incentivos fiscales
para los individuos afectados y a la utilización por los contratistas
de estos autónomos, que resultaban más baratos que los
empleados propios. Además, los contratistas tenían menores
costes de seguridad social, no tenían obligación de dar formación
a los autónomos y se podían desprender de ellos con más
facilidad al acabarse el trabajo.
La presencia en la construcción de tantos pequeños contratistas
y trabajadores autónomos suele dificultar una gestión efectiva
de la salud y la seguridad en la obra en su conjunto, y con
una mano de obra tan móvil, ciertamente resulta más difícil
impartir una formación de seguridad adecuada. Un análisis de
accidentes mortales en el Reino Unido durante un período de
3 años mostró que aproximadamente la mitad de los accidentes
mortales sucedió entre los trabajadores que llevaban en la obra
una semana o menos. Los primeros días en cualquier obra son
singularmente peligrosos para los trabajadores de la construcción
pues, aunque sean industriales experimentados, cada obra
es una experiencia única.
Sectores público y privado
Los contratistas pueden formar parte del sector público (p. ej., el
departamento de obras de un ayuntamiento o de un consejo
comarcal). Estos departamentos de obras públicas solían llevar a
cabo un volumen considerable de trabajos de conservación, especialmente
en viviendas, escuelas y carreteras. Recientemente se
ha producido un movimiento a favor de alentar una mayor
competencia en estos trabajos, en parte a raíz de las presiones
ejercidas con miras a mejorar la administración de los fondos.
Ello ha conducido, en primer lugar, a la reducción del tamaño de
los departamentos de obras públicas, incluso a su total desaparición
en algunos lugares, y a la obligación de adjudicar las obras
mediante licitaciones competitivas. Los trabajos anteriormente
ejecutados por los departamentos de obras públicas se realizan
ahora por contratistas del sector privado en estrictas condiciones
de “adjudicación a la oferta más barata”. Ante la necesidad de
reducir costes, los contratistas pueden sufrir la tentación de
reducir partidas que ellos consideran gastos generales, como los
de seguridad y formación.
La diferencia entre los sectores público y privado también
puede hacerse extensiva a los clientes. El gobierno central y
local (junto con los servicios públicos y de transporte, si es que
están bajo el control de los anteriores) pueden ser clientes de las
empresas de construcción. Como tales, generalmente debería
considerarse que pertenecen al sector público. El transporte y los
servicios públicos regidos por empresas deberían considerarse
normalmente como pertenecientes al sector privado. El hecho
de que un cliente pertenezca o no al sector público a veces
influye en la decisión de incluir ciertas partidas de seguridad o
formación en el coste de los trabajos de construcción. Recientemente,
clientes tanto del sector público como del privado se han
encontrado con parecidas exigencias en esta modalidad de
ofertas competitivas.
Trabajos allende las fronteras nacionales
Un aspecto de los contratos del sector público, cuya importancia
va en aumento, es la de recibir invitaciones para licitar obras
fuera de las fronteras nacionales. En la Comunidad Europea, por
ejemplo, los contratos de gran envergadura que sobrepasen un
importe fijado en las Directivas, deben ser anunciados dentro de
la Comunidad, de modo que puedan licitar contratistas de todos
los países miembros. El efecto buscado es animar a los contratistas
a trabajar fuera de las fronteras de sus países. En estos casos,
están obligados a trabajar de acuerdo con la legislación nacional
de seguridad y salud del país en cuestión. Uno de los objetivos de
la Comunidad Europea es la armonización de las normas de
seguridad y salud. Los contratistas importantes que trabajan en
varias partes del mundo bajo regímenes diferentes deberán, por
tanto, familiarizarse con los reglamentos de salud y seguridad de
aquellos países en que operan.
Proyectistas
Tratándose de edificios, el proyectista es habitualmente un arquitecto,
aunque en viviendas domésticas de pequeña escala, los
propios contratistas pueden poseer la competencia necesaria para
el diseño. Si se trata de un edificio grande o complejo, intervienen
arquitectos que se encargan del proyecto general, así
como ingenieros de estructuras que se ocupan del proyecto de
estructura, e ingenieros especialistas que se encargan de proyectar
las instalaciones. El arquitecto garantizará las necesidades de
espacio para la instalación de la maquinaria y los servicios en los emplazamientos adecuados del edificio. Los ingenieros especialistas
se preocuparán de garantizar que la planta y las instalaciones
proyectadas funcionen en los niveles de calidad requeridos,
cuando se instalen en los lugares previstos por el arquitecto.
En obras civiles, es más probable que la dirección del proyecto
recaiga en un ingeniero de caminos o de estructuras, aunque en
ciertos trabajos en los que el impacto visual pueda ser un factor
influyente, un arquitecto puede asumir un papel destacado
dentro del equipo del proyecto. En la construcción de túneles,
ferrocarriles y carreteras, lo probable es que la dirección del
proyecto sea asumida por ingenieros de caminos o de
estructuras.
El papel del promotor consiste en tratar de mejorar el uso del
terreno o de los edificios y sacar un beneficio de tales mejoras.
Algunos promotores se limitan a vender el terreno o los edificios
mejorados y no tienen un interés posterior; otros conservan la
propiedad del terreno o incluso de los edificios y cosechan un
interés continuado en forma de alquileres más elevados tras las
mejoras.
La habilidad del promotor reside en identificar terrenos
vacíos o infrautilizados o edificios obsoletos cuyo valor se incremente
aplicando las artes de la construcción. El promotor puede
utilizar sus recursos financieros, pero quizás más frecuentemente
emplea su habilidad para buscar y atraer otras fuentes de financiación. Los promotores no son un fenómeno moderno; la
expansión de las ciudades durante los últimos 200 años se debe
en gran parte a ellos. Los promotores pueden ser, a su vez, los
clientes de la obra, o simplemente actuar como representantes
de otros grupos que facilitan la financiación.
Tipos de contratos
En contrato tradicional, el cliente acuerda con un proyectista la
elaboración de un proyecto y unas especificaciones completas.
A partir de aquí, el cliente invita a los contratistas a que
presenten ofertas o pujen para ejecutar el trabajo de acuerdo con
el proyecto. El papel del contratista se reduce mayormente a la
construcción propiamente dicha. La participación del contratista
en el diseño o la elaboración de especificaciones consiste principalmente
en buscar los cambios que hagan la construcción más
fácil o más eficiente: mejorar la “edificabilidad”.
Otro acuerdo corriente en la construcción es el contrato de
proyecto y obra. El cliente requiere un edificio (tal vez un bloque de
oficinas o un centro comercial), pero las únicas ideas definidas
que tiene en cuanto a los aspectos de detalle del proyecto son las
dimensiones del emplazamiento, el número de personas que
habrán de acomodarse o la escala de actividades que en él se
desarrollará. En tal caso, el cliente solicita ofertas de proyectistas
o contratistas para que cursen propuestas de proyecto y obra.
Los contratistas que se dedican a proyectar y construir cuentan
con su propia organización de proyectos o mantienen lazos
estrechos con un proyectista ajeno a su organización que está
dispuesto a trabajar para ellos en el encargo. La modalidad de
proyecto y obra puede incorporar dos fases: una fase inicial en la
que un proyectista prepara un proyecto preliminar que sirve
para la petición de ofertas; y, a continuación, una segunda fase
en la que el contratista de proyecto y obra que resulte adjudicatario,
realizará el proyecto de ejecución de la obra.
Los contratos de mantenimiento y emergencias cubren una gran
variedad de acuerdos entre clientes y contratistas y representan
una proporción significativa del trabajo de la industria de la
construcción. Generalmente tienen vigencia por un período fijo,
requieren que el contratista haga ciertos tipos de trabajos con
carácter inmediato (p. ej., trabajos en los que el cliente llama al contratista para que los ejecute al momento). Los contratos de
emergencia son utilizados ampliamente por las autoridades
públicas que tienen la responsabilidad de suministrar un servicio
público que no se puede interrumpir; los organismos públicos,
las compañías de servicios públicos y los servicios de transporte
hacen amplio uso de los mismos. Las empresas industriales,
en especial aquellas con procesos continuos tales como las
petroquímicas, también hacen extenso uso de estos contratos
para resolver los problemas en sus instalaciones. Habiendo acordado
un contrato de tal índole, el contratista se compromete a
tener disponibles personal y equipo adecuados para la ejecución
de los trabajos, a menudo avisado con muy poca antelación
(p. ej., en el caso de contratos de emergencia). La ventaja para
el/la cliente es que no necesita tener obreros en su nómina ni
conservar maquinaria o equipos para emplear sólo de manera
esporádica en trabajos de mantenimiento y casos de emergencia.
La valoración de este tipo de contratos puede basarse en un
tanto fijo por año o en el tiempo empleado en la ejecución del
trabajo o en una combinación de ambos.
Quizás el ejemplo más comúnmente conocido por el público
sea el de mantenimiento de carreteras y reparaciones de
urgencia de tendidos eléctricos o tuberías de gas cortadas o
dañadas accidentalmente.
Cualquiera que sea la forma de contrato, las posibilidades de
que clientes y proyectistas influyan en la seguridad y la salud de los contratistas por efecto de decisiones tomadas en una fase
temprana del trabajo son las mismas. La modalidad del proyecto
y obra quizás permite una más estrecha cooperación entre
proyectista y constructor en materia de salud y seguridad.
Precio
El precio es siempre un elemento del contrato. Puede ser simplemente
una suma estipulada por el coste de realizar el trabajo, tal
como la construcción de una casa. Incluso si se trata de un simple
tanto alzado, el cliente puede tener que satisfacer parte del precio
por adelantado antes de iniciar la obra, para facilitar al contratista
la compra de materiales. Sin embargo, el precio puede establecerse
en base al coste más un porcentaje, de acuerdo con el
cual el/la contratista se resarce de sus costes más una cantidad
acordada o un porcentaje en concepto de beneficio. Este acuerdo
suele perjudicar al cliente, ya que el contratista no tiene aliciente
para reducir los costes. El precio también puede conllevar bonificaciones
o penalizaciones, de modo que el contratista reciba un
mayor importe, si por ejemplo el trabajo se acaba antes del plazo
acordado. Sea cual sea la forma de liquidación de los trabajos, es
habitual que los pagos se efectúen en fases a medida que los
trabajos avanzan, bien al completarse ciertas partes de la obra en
las fechas acordadas, bien sobre la base de algún método convenido
para medir la obra realizada. Al final de la construcción
propiamente dicha, es habitual que el cliente efectúe una retención
acordada del precio total hasta que las deficiencias hayan
sido rectificadas o la estructura se haya puesto en servicio.
En el transcurso de la obra, el contratista puede encontrarse
con problemas que no habían sido previstos cuando se firmó el
contrato con el cliente. Estos pueden motivar cambios del
proyecto, del método de construcción o de los materiales. Generalmente
tales cambios originan costes adicionales al contratista,
que trata de reclamarlos al cliente, basándose en que tales
trabajos son “desviaciones” del contrato original. A veces la
recuperación del coste de los cambios puede representar la diferencia
para el contratista entre ganar o perder dinero en la obra.
El precio de los contratos puede afectar a la salud y seguridad
si en la oferta del contratista se incluye una previsión inadecuada
para cubrir los costes de accesos seguros, maquinaria de elevación,
etc. Esto se hace más difícil en los casos en que, llevados
por la intención de asegurarse de que los contratistas no den un
precio abusivo, los clientes siguen estrictamente una política de
licitación competitiva. Los gobiernos y las autoridades locales
aplican políticas de licitación competitiva a sus contratos, y de
hecho puede ser obligatoria por ley la adjudicación de los
contratos exclusivamente por este método. En esta situación siempre existe el riesgo de que se vea afectada la salud y la seguridad
de los operarios de la construcción. Al reducir costes, los clientes pueden resistirse a la tentación de reducir el nivel de
calidad de los materiales o los métodos de construcción, pero al
mismo tiempo ignorar totalmente que, al aceptar la oferta más
baja, han aceptado métodos de trabajo que ofrecen una mayor
probabilidad de poner en peligro a los obreros de la construcción. Incluso en una situación de ofertas a la baja, los contratistas
en sus ofertas deberán especificar claramente al cliente que ésta cubre adecuadamente el coste de la salud y seguridad que
sus propuestas conllevan.
Los promotores pueden influir en la salud y seguridad de la
construcción de un modo similar a los clientes; en primer lugar,
recurriendo a contratistas que sean competentes en salud y seguridad
y arquitectos que consideren la salud y seguridad en sus
proyectos y, en segundo lugar, desechando automáticamente las
ofertas más bajas. Los promotores generalmente desean que sus
promociones tengan éxito, y una medida del éxito de un
proyecto debería ser que durante el proceso constructivo no se
produzcan problemas importantes de salud y seguridad.
Planificación y normas de edificación
En el caso de los edificios, ya sean destinados a vivienda, ya sean
comerciales o industriales, los proyectos están sujetos a normas de
planificación que ordenan las zonas en las que se pueden desarrollar
cierto tipo de usos (p. ej., no se puede construir una fábrica en
medio de viviendas). Las leyes de planificación pueden ser muy
específicas en cuanto al aspecto exterior, los materiales y el
volumen de los edificios. Normalmente sólo es posible la construcción
de fábricas en las zonas calificadas de industriales.
A menudo también existen ordenanzas de edificación o
normas similares que definen con exactitud y detalle muchos
aspectos del proyecto y de las especificaciones de los edificios:
por ejemplo, el espesor de los muros y maderas, la profundidad
de los cimientos, las características del aislamiento, las dimensiones
de las ventanas y habitaciones, la distribución del
cableado eléctrico y la puesta a tierra, la distribución de la fontanería
y las tuberías y muchos más. Los clientes , proyectistas,
redactores de especificaciones y contratistas han de seguir estas
normas. Las mismas coartan la libertad de elección, pero al
mismo tiempo garantizan que los edificios se construyan con
una calidad aceptable. En este sentido, las leyes de planificación
y las normas de edificación condicionan el proyecto de los edificios
y su coste.
Viviendas
Los proyectos de construcción de viviendas pueden consistir en
una sola casa o en grandes grupos de viviendas unifamiliares o
apartamentos. El cliente puede ser el dueño/a de cada casa,
quien normalmente será el responsable del mantenimiento de la
misma. El contratista, habitualmente, seguirá responsabilizándose
de la reparación de los defectos de construcción durante un
período de algunos meses después de la terminación del edificio.
Sin embargo, si el proyecto es de un número elevado de casas, el
cliente puede ser un organismo público, local o gubernamental,
que tiene la responsabilidad de proporcionar alojamientos.
Existen también grandes organismos privados, tales como asociaciones
inmobiliarias, por encargo de las cuales es posible la construcción
de grupos de casas. Los organismos públicos o privados
responsables de facilitar vivienda, generalmente alquilan las casas
terminadas a los que las ocuparán, conservando también para sí
un mayor o menor grado de responsabilidad en el mantenimiento.
Los proyectos de edificación relativos a bloques de apartamentos,
generalmente tienen un sólo cliente para la totalidad
del bloque, el cual, a continuación, alquila los apartamentos individuales
de acuerdo con un contrato de arrendamiento. En este
caso, el cliente tiene la responsabilidad de encargarse del mantenimiento,
pero traspasa su coste a los inquilinos. En algunos
países, la propiedad de cada apartamento individual del bloque
puede corresponder a los ocupantes de cada uno de los apartamentos. Existen ciertos acuerdos, a veces por medio de un contratista
administrador del conjunto, según los cuales se lleva a cabo
el mantenimiento, recaudándose los costes necesarios entre los
ocupantes.
A menudo se construyen casas con fines especulativos por
parte de un promotor. Los clientes u ocupantes específicos de
tales casas pueden ser desconocidos al iniciarse el proceso, pero
aparecen en escena después de que la construcción ha comenzado
y adquieren o alquilan la propiedad como cualquier otra
mercancía. Las casas suelen estar equipadas con instalaciones
de electricidad, fontanería y alcantarillado y de calefacción;
también pueden contar con una acometida de gas. A veces, con
la intención de reducir costes, las casas se entregan sólo parcialmente
acabadas, dejando en manos del comprador la instalación
de los accesorios y la pintura y decoración del edificio.
Edificios comerciales
Entre los edificios comerciales se incluyen las oficinas, fábricas,
escuelas, hospitales, tiendas: una lista casi interminable de tipos
diferentes de edificios. En la mayoría de los casos estos edificios se
construyen para un cliente particular. Sin embargo, las oficinas y
tiendas se construyen a menudo con fines especulativos, al igual
que las viviendas, con la esperanza de atraer compradores o
inquilinos. Algunos clientes requieren una oficina o tienda que
esté completamente equipada de acuerdo con sus necesidades,
pero muy a menudo, el contrato sólo incluye la estructura y los
servicios principales, siendo el cliente el que se encarga de la
terminación del local mediante acuerdos con contratistas especializados
en el equipamiento de oficinas y tiendas.
Los hospitales y las escuelas se construyen para clientes que
tienen una idea claramente definida de sus necesidades, y los
mismos clientes ofrecen a menudo datos de diseño que se incorporan
al proyecto. La instalación y el equipamiento de los hospitales
pueden tener un valor superior al de la estructura y llevan
aparejado un importante trabajo para que el proyecto satisfaga
estrictas normas médicas. El gobierno local o nacional también
puede desempeñar un papel en proyectos de escuelas, estableciendo
exigencias muy detalladas sobre las necesidades de
espacio y equipamiento como parte de su más amplio papel en
materia de enseñanza. Los gobiernos nacionales, de costumbre,
tienen una normativa muy precisa con respecto a los edificios e
instalaciones de hospitales. El equipamiento de los hospitales y
edificios de una complejidad análoga es una clase de trabajo de
construcción que suele ser ejecutada por subcontratistas especializados.
Estos contratistas no sólo han de tener conocimientos de
salud y seguridad en la construcción en general, sino también los
conocimientos necesarios para garantizar que sus trabajos no
puedan afectar negativamente a las actividades propias del
hospital.
Construcción industrial
La edificación o construcción industrial incorpora la utilización
de técnicas de producción masiva de la industria manufacturera
para producir partes de edificios. El ejemplo por excelencia es el
ladrillo, pero normalmente la expresión se aplica a construcciones
que utilizan elementos de hormigón que se montan in situ.
La construcción industrial se extendió rápidamente después de la
segunda guerra mundial para satisfacer la demanda de viviendas
baratas, y se encuentra comúnmente en promociones masivas
de viviendas. Es posible producir, en las condiciones de trabajo de
una fábrica, elementos prefabricados de una precisión uniforme
de un modo que sería prácticamente imposible de lograr en las
condiciones normales de una obra.
A veces los elementos de la construcción industrial se fabrican
fuera del emplazamiento de la obra, en fábricas que pueden
servir a una amplia zona; en algunos casos, cuando la promoción
alcanza por sí sola un número elevado de unidades, se
instala una factoría a pie de obra para servir a este grupo de
modo exclusivo.
Los elementos proyectados para la construcción industrial
deben ser estructuralmente bastante resistentes para soportar los
esfuerzos al ser transportados, izados colocados en su sitio;
deben llevar incorporados puntos de anclaje o ranuras para
permitir la fijación de bridas de elevación, y también deberán
incluir pestañas o rebajes adecuados para permitir un acoplamiento
fácil y sólido de las piezas. La construcción industrial
requiere maquinaria de transporte y elevación de las unidades, y
espacio y medios para almacenar las piezas con seguridad
cuando se entregan en obra, de modo que las piezas no resulten
dañadas ni produzcan lesiones a los obreros. Esta técnica de
construcción suele producir edificios de escaso atractivo visual,
pero, a gran escala, es barata; mediante el montaje de seis piezas
se puede construir una habitación con las aberturas de puerta y
ventana en su ubicación definitiva.
Se emplean técnicas similares para fabricar elementos de
hormigón para estructuras de ingeniería civil, tales como autovías
elevadas y revestimientos de túneles.
Proyectos llave en mano
Algunos clientes de edificios industriales o comerciales, con
plantas e instalaciones extensas y complejas, desean implemente
trasladarse a una instalación que se encuentre a punto y funcionando
desde el primer día de su ocupación. Los laboratorios se
construyen y se equipan, a veces, siguiendo esta modalidad. Tal
tipo de acuerdos recibe el nombre de proyectos “llave en mano”,
y de acuerdo con ellos el contratista debe asegurar que todos los
aspectos de la instalación y servicios funcionan perfectamente
antes de la entrega del proyecto. El trabajo puede haberse ejecutado
amparado por un contrato de proyecto y obra, de modo
que, en efecto, el contratista de trabajos llave en mano se ocupa
de todo, desde el proyecto hasta la puesta en funcionamiento.
Obras civiles y construcción pesada
Las obras civiles más conocidas por el público son los trabajos en
carreteras. Algunos trabajos de esta índole consisten en la apertura
de nuevas carreteras en terreno virgen, pero una gran parte
de los mismos abarcan la ampliación y reparación de carreteras
existentes. Los contratos de trabajo en carreteras son, generalmente,
encargados por organismos municipales o estatales, pero a
veces las carreteras permanecen bajo el control de los contratistas
durante varios años después de su terminación, tiempo durante el
cual están autorizados a cobrar peajes. Si las estructuras de ingeniería
civil son financiadas por el gobierno, tanto el proyecto
como la construcción real estarán sujetos a una estricta supervisión
por funcionarios en nombre del gobierno. Los contratos de
construcción de carreteras suelen adjudicarse a los contratistas
sobre la base de que un contratista se responsabilice de un tramo
de varios kilómetros de la carretera. Existirá un contratista principal
para cada tramo, pero la construcción de carreteras involucra
una variedad de técnicas, y ciertos aspectos del trabajo tales
como los trabajos de ferralla, hormigón, encofrados y pavimentación
serán subcontratados por el contratista principal a firmas
especializadas. Algunas veces, la construcción de carreteras se
ejecuta en la modalidad de contratos de dir