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Enciclopedia de la Salud y Seguridad en el Trabajo. 07 - Principales sectores

Fecha de Publicación: 14/10/2008

Jeffrey Hinksman

El término industria de la construcción se usa en todo el mundo para englobar un colectivo de empresas con prácticas muy diferentes, que se reúnen por un tiempo limitado en el lugar en que se ha de ejecutar una obra de edificación o de ingeniería civil. La escala de trabajos abarca desde un trabajador único que ejecuta un trabajo que dura sólo unos minutos (p. ej., reparar una teja, con un equipo consistente en martillo y clavos y, tal vez, una escalera) hasta vastos proyectos de edificación o de ingeniería civil que duran varios años y que implican a cientos de contratistas diferentes, cada uno de ellos con su propia cualificación, su maquinaria y su equipo. Sin embargo, a pesar de la enorme variedad de escalas y de la complejidad de los trabajos, los sectores principales de la industria de la construcción tienen mucho en común. Siempre hay un cliente (denominado a veces la propiedad) y un contratista; —excepto en los trabajos de muy poca importancia, siempre habrá un proyectista, un arquitecto o un ingeniero— y, si el proyecto requiere una gama de especialidades, se requerirán inevitablemente contratistas adicionales que actuarán como subcontratistas del contratista principal (véase también el Apartado “Factores organizativos que afectan a la salud y seguridad” en este Capítulo). Mientras que edificios agrícolas o residenciales pequeños pueden construirse sobre la base de un acuerdo informal entre el cliente y el constructor, la gran mayoría de trabajos de construcción y obras civiles se ejecutan amparados por las cláusulas de un contrato formal entre el cliente y el contratista. Este contrato expone los detalles de la estructura o de otros trabajos que el contratista ha de ejecutar, el plazo de construcción y el precio. Los contratos pueden contener muchos otros detalles aparte de la descripción del trabajo, el plazo y el precio, pero estos tres son los esenciales.

Los proyectos de construcción se dividen en dos grandes categorías: edificación y obras civiles. El término edificación se aplica a los proyectos de casas, oficinas, tiendas, fábricas, escuelas, hospitales, centrales eléctricas y estaciones de ferrocarril, iglesias, etc., es decir, todos los tipos de estructuras que en el lenguaje común se denominan “edificios”. El término obras civiles se aplica al resto de estructuras construidas en nuestro entorno, incluyendo carreteras, túneles, puentes, vías férreas, presas, canales y muelles. Hay estructuras que parecen pertenecer a ambas categorías; un aeropuerto implica la construcción de grandes edificios, así como la obra civil necesaria para la creación del aeropuerto propiamente dicho; un muelle conlleva la construcción de edificios de almacén además de la excavación de la dársena y de la elevación de sus muros.

Cualquiera que sea el tipo de estructura, tanto la edificación como las obras civiles implican ciertos procesos, como la construcción o montaje de la estructura, su puesta en funcionamiento, conservación, reparaciones, reformas y, por último, su demolición. Este ciclo de operaciones se repite una y otra vez, independientemente del tipo de estructura.


Pequeños contratistas y autónomos

Aunque existen variaciones de un país a otro, la construcción es típicamente una industria de pequeñas empresas. Entre un 70 y un 80 % de los contratistas tienen menos de 20 trabajadores propios. Ello es debido a que muchos contratistas empiezan como industriales individuales en trabajos pequeños, probablemente residenciales. A medida que su negocio se amplía, estos industriales empiezan a dar trabajo a un número reducido de trabajadores. La carga de trabajo en construcción es raramente predecible o constante, pues unos trabajos terminan y otros empiezan sin coincidir en el tiempo. Existe la necesidad en la industria de poder desplazar a grupos de trabajadores con ciertas especialidades de obra en obra según lo requiera el trabajo. Los pequeños contratistas cumplen este cometido.

Junto a los pequeños contratistas se mueve una multitud de trabajadores autónomos. Al igual que la agricultura, la construcción tiene un porcentaje muy alto de trabajadores por cuenta propia. Estos también suelen ser industriales, como carpinteros, pintores, electricistas, fontaneros y albañiles. Pueden encontrar un puesto en pequeñas obras residenciales o formar parte de la mano de obra en proyectos de más envergadura. Durante el período de gran auge de la construcción de finales del decenio de 1980, hubo un aumento de trabajadores que alegaban ser autónomos. Ello fue debido en parte a los incentivos fiscales para los individuos afectados y a la utilización por los contratistas de estos autónomos, que resultaban más baratos que los empleados propios. Además, los contratistas tenían menores costes de seguridad social, no tenían obligación de dar formación a los autónomos y se podían desprender de ellos con más facilidad al acabarse el trabajo.

La presencia en la construcción de tantos pequeños contratistas y trabajadores autónomos suele dificultar una gestión efectiva de la salud y la seguridad en la obra en su conjunto, y con una mano de obra tan móvil, ciertamente resulta más difícil impartir una formación de seguridad adecuada. Un análisis de accidentes mortales en el Reino Unido durante un período de 3 años mostró que aproximadamente la mitad de los accidentes mortales sucedió entre los trabajadores que llevaban en la obra una semana o menos. Los primeros días en cualquier obra son singularmente peligrosos para los trabajadores de la construcción pues, aunque sean industriales experimentados, cada obra es una experiencia única.


Sectores público y privado

Los contratistas pueden formar parte del sector público (p. ej., el departamento de obras de un ayuntamiento o de un consejo comarcal). Estos departamentos de obras públicas solían llevar a cabo un volumen considerable de trabajos de conservación, especialmente en viviendas, escuelas y carreteras. Recientemente se ha producido un movimiento a favor de alentar una mayor competencia en estos trabajos, en parte a raíz de las presiones ejercidas con miras a mejorar la administración de los fondos. Ello ha conducido, en primer lugar, a la reducción del tamaño de los departamentos de obras públicas, incluso a su total desaparición en algunos lugares, y a la obligación de adjudicar las obras mediante licitaciones competitivas. Los trabajos anteriormente ejecutados por los departamentos de obras públicas se realizan ahora por contratistas del sector privado en estrictas condiciones de “adjudicación a la oferta más barata”. Ante la necesidad de reducir costes, los contratistas pueden sufrir la tentación de reducir partidas que ellos consideran gastos generales, como los de seguridad y formación.

La diferencia entre los sectores público y privado también puede hacerse extensiva a los clientes. El gobierno central y local (junto con los servicios públicos y de transporte, si es que están bajo el control de los anteriores) pueden ser clientes de las empresas de construcción. Como tales, generalmente debería considerarse que pertenecen al sector público. El transporte y los servicios públicos regidos por empresas deberían considerarse normalmente como pertenecientes al sector privado. El hecho de que un cliente pertenezca o no al sector público a veces influye en la decisión de incluir ciertas partidas de seguridad o formación en el coste de los trabajos de construcción. Recientemente, clientes tanto del sector público como del privado se han encontrado con parecidas exigencias en esta modalidad de ofertas competitivas.


Trabajos allende las fronteras nacionales

Un aspecto de los contratos del sector público, cuya importancia va en aumento, es la de recibir invitaciones para licitar obras fuera de las fronteras nacionales. En la Comunidad Europea, por ejemplo, los contratos de gran envergadura que sobrepasen un importe fijado en las Directivas, deben ser anunciados dentro de la Comunidad, de modo que puedan licitar contratistas de todos los países miembros. El efecto buscado es animar a los contratistas a trabajar fuera de las fronteras de sus países. En estos casos, están obligados a trabajar de acuerdo con la legislación nacional de seguridad y salud del país en cuestión. Uno de los objetivos de la Comunidad Europea es la armonización de las normas de seguridad y salud. Los contratistas importantes que trabajan en varias partes del mundo bajo regímenes diferentes deberán, por tanto, familiarizarse con los reglamentos de salud y seguridad de aquellos países en que operan.


Proyectistas

Tratándose de edificios, el proyectista es habitualmente un arquitecto, aunque en viviendas domésticas de pequeña escala, los propios contratistas pueden poseer la competencia necesaria para el diseño. Si se trata de un edificio grande o complejo, intervienen arquitectos que se encargan del proyecto general, así como ingenieros de estructuras que se ocupan del proyecto de estructura, e ingenieros especialistas que se encargan de proyectar las instalaciones. El arquitecto garantizará las necesidades de espacio para la instalación de la maquinaria y los servicios en los emplazamientos adecuados del edificio. Los ingenieros especialistas se preocuparán de garantizar que la planta y las instalaciones proyectadas funcionen en los niveles de calidad requeridos, cuando se instalen en los lugares previstos por el arquitecto.

En obras civiles, es más probable que la dirección del proyecto recaiga en un ingeniero de caminos o de estructuras, aunque en ciertos trabajos en los que el impacto visual pueda ser un factor influyente, un arquitecto puede asumir un papel destacado dentro del equipo del proyecto. En la construcción de túneles, ferrocarriles y carreteras, lo probable es que la dirección del proyecto sea asumida por ingenieros de caminos o de estructuras.

El papel del promotor consiste en tratar de mejorar el uso del terreno o de los edificios y sacar un beneficio de tales mejoras. Algunos promotores se limitan a vender el terreno o los edificios mejorados y no tienen un interés posterior; otros conservan la propiedad del terreno o incluso de los edificios y cosechan un interés continuado en forma de alquileres más elevados tras las mejoras.

La habilidad del promotor reside en identificar terrenos vacíos o infrautilizados o edificios obsoletos cuyo valor se incremente aplicando las artes de la construcción. El promotor puede utilizar sus recursos financieros, pero quizás más frecuentemente emplea su habilidad para buscar y atraer otras fuentes de financiación. Los promotores no son un fenómeno moderno; la expansión de las ciudades durante los últimos 200 años se debe en gran parte a ellos. Los promotores pueden ser, a su vez, los clientes de la obra, o simplemente actuar como representantes de otros grupos que facilitan la financiación.


Tipos de contratos

En contrato tradicional, el cliente acuerda con un proyectista la elaboración de un proyecto y unas especificaciones completas. A partir de aquí, el cliente invita a los contratistas a que presenten ofertas o pujen para ejecutar el trabajo de acuerdo con el proyecto. El papel del contratista se reduce mayormente a la construcción propiamente dicha. La participación del contratista en el diseño o la elaboración de especificaciones consiste principalmente en buscar los cambios que hagan la construcción más fácil o más eficiente: mejorar la “edificabilidad”.

Otro acuerdo corriente en la construcción es el contrato de proyecto y obra. El cliente requiere un edificio (tal vez un bloque de oficinas o un centro comercial), pero las únicas ideas definidas que tiene en cuanto a los aspectos de detalle del proyecto son las dimensiones del emplazamiento, el número de personas que habrán de acomodarse o la escala de actividades que en él se desarrollará. En tal caso, el cliente solicita ofertas de proyectistas o contratistas para que cursen propuestas de proyecto y obra.

Los contratistas que se dedican a proyectar y construir cuentan con su propia organización de proyectos o mantienen lazos estrechos con un proyectista ajeno a su organización que está dispuesto a trabajar para ellos en el encargo. La modalidad de proyecto y obra puede incorporar dos fases: una fase inicial en la que un proyectista prepara un proyecto preliminar que sirve para la petición de ofertas; y, a continuación, una segunda fase en la que el contratista de proyecto y obra que resulte adjudicatario, realizará el proyecto de ejecución de la obra. Los contratos de mantenimiento y emergencias cubren una gran variedad de acuerdos entre clientes y contratistas y representan una proporción significativa del trabajo de la industria de la construcción. Generalmente tienen vigencia por un período fijo, requieren que el contratista haga ciertos tipos de trabajos con carácter inmediato (p. ej., trabajos en los que el cliente llama al contratista para que los ejecute al momento). Los contratos de emergencia son utilizados ampliamente por las autoridades públicas que tienen la responsabilidad de suministrar un servicio público que no se puede interrumpir; los organismos públicos, las compañías de servicios públicos y los servicios de transporte hacen amplio uso de los mismos. Las empresas industriales, en especial aquellas con procesos continuos tales como las petroquímicas, también hacen extenso uso de estos contratos para resolver los problemas en sus instalaciones. Habiendo acordado un contrato de tal índole, el contratista se compromete a tener disponibles personal y equipo adecuados para la ejecución de los trabajos, a menudo avisado con muy poca antelación (p. ej., en el caso de contratos de emergencia). La ventaja para el/la cliente es que no necesita tener obreros en su nómina ni conservar maquinaria o equipos para emplear sólo de manera esporádica en trabajos de mantenimiento y casos de emergencia.

La valoración de este tipo de contratos puede basarse en un tanto fijo por año o en el tiempo empleado en la ejecución del trabajo o en una combinación de ambos.

Quizás el ejemplo más comúnmente conocido por el público sea el de mantenimiento de carreteras y reparaciones de urgencia de tendidos eléctricos o tuberías de gas cortadas o dañadas accidentalmente.

Cualquiera que sea la forma de contrato, las posibilidades de que clientes y proyectistas influyan en la seguridad y la salud de los contratistas por efecto de decisiones tomadas en una fase temprana del trabajo son las mismas. La modalidad del proyecto y obra quizás permite una más estrecha cooperación entre proyectista y constructor en materia de salud y seguridad.


Precio

El precio es siempre un elemento del contrato. Puede ser simplemente una suma estipulada por el coste de realizar el trabajo, tal como la construcción de una casa. Incluso si se trata de un simple tanto alzado, el cliente puede tener que satisfacer parte del precio por adelantado antes de iniciar la obra, para facilitar al contratista la compra de materiales. Sin embargo, el precio puede establecerse en base al coste más un porcentaje, de acuerdo con el cual el/la contratista se resarce de sus costes más una cantidad acordada o un porcentaje en concepto de beneficio. Este acuerdo suele perjudicar al cliente, ya que el contratista no tiene aliciente para reducir los costes. El precio también puede conllevar bonificaciones o penalizaciones, de modo que el contratista reciba un mayor importe, si por ejemplo el trabajo se acaba antes del plazo acordado. Sea cual sea la forma de liquidación de los trabajos, es habitual que los pagos se efectúen en fases a medida que los trabajos avanzan, bien al completarse ciertas partes de la obra en las fechas acordadas, bien sobre la base de algún método convenido para medir la obra realizada. Al final de la construcción propiamente dicha, es habitual que el cliente efectúe una retención acordada del precio total hasta que las deficiencias hayan sido rectificadas o la estructura se haya puesto en servicio.

En el transcurso de la obra, el contratista puede encontrarse con problemas que no habían sido previstos cuando se firmó el contrato con el cliente. Estos pueden motivar cambios del proyecto, del método de construcción o de los materiales. Generalmente tales cambios originan costes adicionales al contratista, que trata de reclamarlos al cliente, basándose en que tales trabajos son “desviaciones” del contrato original. A veces la recuperación del coste de los cambios puede representar la diferencia para el contratista entre ganar o perder dinero en la obra.

El precio de los contratos puede afectar a la salud y seguridad si en la oferta del contratista se incluye una previsión inadecuada para cubrir los costes de accesos seguros, maquinaria de elevación, etc. Esto se hace más difícil en los casos en que, llevados por la intención de asegurarse de que los contratistas no den un precio abusivo, los clientes siguen estrictamente una política de licitación competitiva. Los gobiernos y las autoridades locales aplican políticas de licitación competitiva a sus contratos, y de hecho puede ser obligatoria por ley la adjudicación de los contratos exclusivamente por este método. En esta situación siempre existe el riesgo de que se vea afectada la salud y la seguridad de los operarios de la construcción. Al reducir costes, los clientes pueden resistirse a la tentación de reducir el nivel de calidad de los materiales o los métodos de construcción, pero al mismo tiempo ignorar totalmente que, al aceptar la oferta más baja, han aceptado métodos de trabajo que ofrecen una mayor probabilidad de poner en peligro a los obreros de la construcción. Incluso en una situación de ofertas a la baja, los contratistas en sus ofertas deberán especificar claramente al cliente que ésta cubre adecuadamente el coste de la salud y seguridad que sus propuestas conllevan.

Los promotores pueden influir en la salud y seguridad de la construcción de un modo similar a los clientes; en primer lugar, recurriendo a contratistas que sean competentes en salud y seguridad y arquitectos que consideren la salud y seguridad en sus proyectos y, en segundo lugar, desechando automáticamente las ofertas más bajas. Los promotores generalmente desean que sus promociones tengan éxito, y una medida del éxito de un proyecto debería ser que durante el proceso constructivo no se produzcan problemas importantes de salud y seguridad.


Planificación y normas de edificación

En el caso de los edificios, ya sean destinados a vivienda, ya sean comerciales o industriales, los proyectos están sujetos a normas de planificación que ordenan las zonas en las que se pueden desarrollar cierto tipo de usos (p. ej., no se puede construir una fábrica en medio de viviendas). Las leyes de planificación pueden ser muy específicas en cuanto al aspecto exterior, los materiales y el volumen de los edificios. Normalmente sólo es posible la construcción de fábricas en las zonas calificadas de industriales.

A menudo también existen ordenanzas de edificación o normas similares que definen con exactitud y detalle muchos aspectos del proyecto y de las especificaciones de los edificios: por ejemplo, el espesor de los muros y maderas, la profundidad de los cimientos, las características del aislamiento, las dimensiones de las ventanas y habitaciones, la distribución del cableado eléctrico y la puesta a tierra, la distribución de la fontanería y las tuberías y muchos más. Los clientes , proyectistas, redactores de especificaciones y contratistas han de seguir estas normas. Las mismas coartan la libertad de elección, pero al mismo tiempo garantizan que los edificios se construyan con una calidad aceptable. En este sentido, las leyes de planificación y las normas de edificación condicionan el proyecto de los edificios y su coste.


Viviendas

Los proyectos de construcción de viviendas pueden consistir en una sola casa o en grandes grupos de viviendas unifamiliares o apartamentos. El cliente puede ser el dueño/a de cada casa, quien normalmente será el responsable del mantenimiento de la misma. El contratista, habitualmente, seguirá responsabilizándose de la reparación de los defectos de construcción durante un período de algunos meses después de la terminación del edificio. Sin embargo, si el proyecto es de un número elevado de casas, el cliente puede ser un organismo público, local o gubernamental, que tiene la responsabilidad de proporcionar alojamientos. Existen también grandes organismos privados, tales como asociaciones inmobiliarias, por encargo de las cuales es posible la construcción de grupos de casas. Los organismos públicos o privados responsables de facilitar vivienda, generalmente alquilan las casas terminadas a los que las ocuparán, conservando también para sí un mayor o menor grado de responsabilidad en el mantenimiento. Los proyectos de edificación relativos a bloques de apartamentos, generalmente tienen un sólo cliente para la totalidad del bloque, el cual, a continuación, alquila los apartamentos individuales de acuerdo con un contrato de arrendamiento. En este caso, el cliente tiene la responsabilidad de encargarse del mantenimiento, pero traspasa su coste a los inquilinos. En algunos países, la propiedad de cada apartamento individual del bloque puede corresponder a los ocupantes de cada uno de los apartamentos. Existen ciertos acuerdos, a veces por medio de un contratista administrador del conjunto, según los cuales se lleva a cabo el mantenimiento, recaudándose los costes necesarios entre los ocupantes.

A menudo se construyen casas con fines especulativos por parte de un promotor. Los clientes u ocupantes específicos de tales casas pueden ser desconocidos al iniciarse el proceso, pero aparecen en escena después de que la construcción ha comenzado y adquieren o alquilan la propiedad como cualquier otra mercancía. Las casas suelen estar equipadas con instalaciones de electricidad, fontanería y alcantarillado y de calefacción; también pueden contar con una acometida de gas. A veces, con la intención de reducir costes, las casas se entregan sólo parcialmente acabadas, dejando en manos del comprador la instalación de los accesorios y la pintura y decoración del edificio.


Edificios comerciales

Entre los edificios comerciales se incluyen las oficinas, fábricas, escuelas, hospitales, tiendas: una lista casi interminable de tipos diferentes de edificios. En la mayoría de los casos estos edificios se construyen para un cliente particular. Sin embargo, las oficinas y tiendas se construyen a menudo con fines especulativos, al igual que las viviendas, con la esperanza de atraer compradores o inquilinos. Algunos clientes requieren una oficina o tienda que esté completamente equipada de acuerdo con sus necesidades, pero muy a menudo, el contrato sólo incluye la estructura y los servicios principales, siendo el cliente el que se encarga de la terminación del local mediante acuerdos con contratistas especializados en el equipamiento de oficinas y tiendas.

Los hospitales y las escuelas se construyen para clientes que tienen una idea claramente definida de sus necesidades, y los mismos clientes ofrecen a menudo datos de diseño que se incorporan al proyecto. La instalación y el equipamiento de los hospitales pueden tener un valor superior al de la estructura y llevan aparejado un importante trabajo para que el proyecto satisfaga estrictas normas médicas. El gobierno local o nacional también puede desempeñar un papel en proyectos de escuelas, estableciendo exigencias muy detalladas sobre las necesidades de espacio y equipamiento como parte de su más amplio papel en materia de enseñanza. Los gobiernos nacionales, de costumbre, tienen una normativa muy precisa con respecto a los edificios e instalaciones de hospitales. El equipamiento de los hospitales y edificios de una complejidad análoga es una clase de trabajo de construcción que suele ser ejecutada por subcontratistas especializados. Estos contratistas no sólo han de tener conocimientos de salud y seguridad en la construcción en general, sino también los conocimientos necesarios para garantizar que sus trabajos no puedan afectar negativamente a las actividades propias del
hospital.


Construcción industrial

La edificación o construcción industrial incorpora la utilización de técnicas de producción masiva de la industria manufacturera para producir partes de edificios. El ejemplo por excelencia es el ladrillo, pero normalmente la expresión se aplica a construcciones que utilizan elementos de hormigón que se montan in situ. La construcción industrial se extendió rápidamente después de la segunda guerra mundial para satisfacer la demanda de viviendas baratas, y se encuentra comúnmente en promociones masivas de viviendas. Es posible producir, en las condiciones de trabajo de una fábrica, elementos prefabricados de una precisión uniforme de un modo que sería prácticamente imposible de lograr en las condiciones normales de una obra.

A veces los elementos de la construcción industrial se fabrican fuera del emplazamiento de la obra, en fábricas que pueden servir a una amplia zona; en algunos casos, cuando la promoción alcanza por sí sola un número elevado de unidades, se instala una factoría a pie de obra para servir a este grupo de modo exclusivo.

Los elementos proyectados para la construcción industrial deben ser estructuralmente bastante resistentes para soportar los esfuerzos al ser transportados, izados colocados en su sitio; deben llevar incorporados puntos de anclaje o ranuras para permitir la fijación de bridas de elevación, y también deberán incluir pestañas o rebajes adecuados para permitir un acoplamiento fácil y sólido de las piezas. La construcción industrial requiere maquinaria de transporte y elevación de las unidades, y espacio y medios para almacenar las piezas con seguridad cuando se entregan en obra, de modo que las piezas no resulten dañadas ni produzcan lesiones a los obreros. Esta técnica de construcción suele producir edificios de escaso atractivo visual, pero, a gran escala, es barata; mediante el montaje de seis piezas se puede construir una habitación con las aberturas de puerta y ventana en su ubicación definitiva.

Se emplean técnicas similares para fabricar elementos de hormigón para estructuras de ingeniería civil, tales como autovías elevadas y revestimientos de túneles.


Proyectos llave en mano

Algunos clientes de edificios industriales o comerciales, con plantas e instalaciones extensas y complejas, desean implemente trasladarse a una instalación que se encuentre a punto y funcionando desde el primer día de su ocupación. Los laboratorios se construyen y se equipan, a veces, siguiendo esta modalidad. Tal tipo de acuerdos recibe el nombre de proyectos “llave en mano”, y de acuerdo con ellos el contratista debe asegurar que todos los aspectos de la instalación y servicios funcionan perfectamente antes de la entrega del proyecto. El trabajo puede haberse ejecutado amparado por un contrato de proyecto y obra, de modo que, en efecto, el contratista de trabajos llave en mano se ocupa de todo, desde el proyecto hasta la puesta en funcionamiento.


Obras civiles y construcción pesada

Las obras civiles más conocidas por el público son los trabajos en carreteras. Algunos trabajos de esta índole consisten en la apertura de nuevas carreteras en terreno virgen, pero una gran parte de los mismos abarcan la ampliación y reparación de carreteras existentes. Los contratos de trabajo en carreteras son, generalmente, encargados por organismos municipales o estatales, pero a veces las carreteras permanecen bajo el control de los contratistas durante varios años después de su terminación, tiempo durante el cual están autorizados a cobrar peajes. Si las estructuras de ingeniería civil son financiadas por el gobierno, tanto el proyecto como la construcción real estarán sujetos a una estricta supervisión por funcionarios en nombre del gobierno. Los contratos de construcción de carreteras suelen adjudicarse a los contratistas sobre la base de que un contratista se responsabilice de un tramo de varios kilómetros de la carretera. Existirá un contratista principal para cada tramo, pero la construcción de carreteras involucra una variedad de técnicas, y ciertos aspectos del trabajo tales como los trabajos de ferralla, hormigón, encofrados y pavimentación serán subcontratados por el contratista principal a firmas especializadas. Algunas veces, la construcción de carreteras se ejecuta en la modalidad de contratos de dir